Habría bastado un poco de discernimiento para ver, en
este desenfrenado deseo de lo nuevo, un astuto engaño del Enemigo del hombre. El precepto de meditar día y
noche las grandes verdades de la fe viene de Dios; la ardiente sed de novedades
viene del Maligno. Si los
consagrados, en modo particular, hubieran pedido luz, no se la hubiese negado; pero
deslumbrados por el Enemigo, se han dejado convencer por él, con todas las
consecuencias que tú mismo puedes ver…
¿Pero quién, hijo mío, busca a Dios en el silencio?...
Hijo mío, ya te dije que la hora de las tinieblas está
cerca y que la humanidad conocerá la más tremenda lucha desencadenada en el
mundo por el Infierno, el cual hará todo lo que sea preciso para no perder esa
victoria que está convencido que tiene en las manos…
Quiero que todos conozcan los próximos acontecimientos,
te lo repito otra vez, como los más graves en la historia del género humano. Pero ¿por qué no se quieren
convencer mientras son evidentes las señales y las advertencias que mi Madre ha
dado?…
En esta lucha, al lado del hombre, al que Yo no he
querido solo, porque de otro modo la lucha habría sido desigual, he puesto un
Ángel mío, un Ángel siempre preparado para intervenir en cualquier momento que
es requerido. Por desgracia
la incredulidad hace, sí, que pocos recurran a él…
"Si no hacéis penitencia pereceréis". Dilo fuerte que de Dios no se puede reír
impunemente.
Grítalo fuerte que la hora de las tinieblas no es querida por Dios sino por los
hombres mismos.
Grítalo fuerte que mi Madre ha hecho mucho para alejar del mundo la catástrofe…
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“CONFIDENCIAS DE JESUS A UN SACERDOTE”
Monseñor Ottavio Michelini
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